El chino Oscar

El chino se estaba fumando un pucho en la puerta de su local; llevaba el barbijo en el cuello.

–Todavía no llega pedido.

Tuvo que ir a cobrarle a un cliente.

Apoyó el pucho en el suelo, contra el marco de la puerta, se puso bien el barbijo y entró.

Realizado el cobro, volvió, agarró el pucho, se bajó el barbijo y siguió fumando.

–Más tarde mando mensaje, si falta.

Tengo el teléfono con un montón de audios, comprensibles en diferentes grados, a traducir en código y cantidad.

Queda claro que una parte de este trabajo se puede hacer por teléfono (o whatsapp), lo que comporta que en un futuro nada lejano podemos volvernos reemplazables por aplicaciones. Entonces salimos a la calle para demostrar nuestro «valor» (agregado). Los riesgos de salir por el riesgo de no salir más.

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